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El culto al Sagrado Corazón, revelado a la Virgen de Paray en el siglo XVII, no debía llegar a su completo desarrollo hasta el siglo XIX. La beatificación de Margarita María fue la señal.
El 18 de septiembre de 1864, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, tenía lugar en San Pedro de Roma la exaltación de esta humilde amante del Salvador. Sin embargo, el 13 de marzo del año precedente, nacía oscuramente, en uno de los Monasterio de la Visitación de Francia, una modesta obra, sin que nadie presintiera la expansión maravillosa que el Cielo le reservaba.
Hoy es incontestable a los ojos de todos que tenía un mandato sobrenatural que cumplir: el de hacer popular y accesible a todo el mundo la devoción al Sagrado Corazón, propagarla por todo el universo y responder a todas las peticiones relativas a este culto, formuladas por Nuestro Señor mismo, así como a todos los requerimientos de Margarita María a favor de esta tierna devoción.
Una simple exposición justificará lo que acabamos de decir:
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1º Nuestro Señor decía un día a la Santa: "Tengo una sed ardiente de ser honrado y amado en el Sacramento de mi amor, y no encuentro casi nadie que responda a mi deseo."
Pues bien, los Guardias de Honor rodean el Sagrario. Ahí están como espirituales centinelas y se relevan de hora en hora para desempeñar sus tiernas funciones, respondiendo a la convocación que se les hace en estos términos: "Al dar comienzo a la Hora de Guardia, los Asociados se trasladan en espíritu al puesto de amor: El Sagrario. Allí ofrecen a Jesús sus pensamientos, palabras, acciones, penas y sobre todo, el deseo que sienten de consolar su adorable Corazón con su amor".
2º Lo mismo ocurre con la petición hecha por Nuestro Señor, referente a la exposición pública de la imagen de su Sagrado Corazón, y que hemos mencionado anteriormente.
Ninguna obra como la Guardia de Honor ha realizado tan plenamente este deseo del Corazón de Jesús. Los cuadrantes de la obra, en cuyo centro campea la imagen de este Corazón adorable están esparcidos y expuestos en número incalculable. La vista de este hermoso Corazón ha logrado conmover muchos corazones insensibles y los ha atraído al amor de Jesús.
3º En otra ocasión, el Salvador decía a su humilde confidente: "Quiero formar alrededor de mi Corazón una corona de doce estrellas compuestas de mis más queridos y fieles servidores".
Doce estrellas están colocadas alrededor del Cuadrante de la Guardia de Honor y bajo cada una de ellas, falanges de fieles servidores, agrupados en torno al Corazón de Jesús, lo forman esa corona de que hablaba a Santa Margarita María.
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4º Nuestro Señor se complacía en anunciar su reinado de amor por medio del culto de su divino Corazón. "Reinaré, decía a la visitandina de Paray, a pesar de todos los esfuerzos que mis enemigos hagan para oponerse". Y Margarita María repetía, a su vez, con una seguridad inquebrantable. "Sí, reinará ese Divino Corazón, mal que pese al infierno y a sus secuaces; esta seguridad me enajena de gozo". La aparición de la Guardia de Honor no solamente ha hecho presentir este reinado de amor, sino que lo ha predicado, afirmado, propagado de mil maneras; su solo nombre bastaría para atestiguar este hecho, pues un guardia de honor hace suponer un Rey, a quien aclama, a quien rinde homenaje y a quien sirve con la mayor abnegación.
5º "Un día, dice también Margarita María, el Salvador me mostró la devoción a su Sagrado Corazón bajo la figura de un hermoso árbol que debía arraigar en nuestro Instituto, y cuyos frutos deseaba fueran distribuidos en abundancia por las Hijas de la Visitación".
La Guardia de Honor, que puede compararse en sus principios al grano de mostaza que nos muestra el Evangelio, se ha convertido en un frondoso árbol bajo cuyas ramas se cobijan las aves del cielo. Las Hijas de la Visitación han trabajado más que nadie en difundirla. Y ahora lanza a los cuatro vientos "las hojas de ese árbol que deben llevar la salud a las Naciones", en forma de Billetes celadores, traducidos a todas las lenguas y apropiados a todas la condiciones de la vida.
6º La querida Santa invitaba a los devotos del Sagrado Corazón a llevar su imagen al pecho. La insignia y la Medalla de la Guardia de Honor responden a esta invitación de la Virgen de Paray.
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7º Aún hay más; el Amor divino nunca dice basta, y Margarita María había escuchado estas otras palabras: "Hija mía, busco una víctima para mi Corazón y tú eres la que he escogido".
La Guardia de Honor no podía dejar caer estas palabras de labios de Jesús sin recogerlas, Por la unión al Salvador perpetuamente inmolado, conduce a sus miembros escogidos hasta la cumbre del amor por la inmolación.
8º Pero sobre todo, el Corazón herido de Jesús, y por consecuencia, el tierno misterio de la lanzada son el objeto especial del amor y del culto que profesan los Guardias de Honor.
Margarita María contemplaba el Corazón de Jesús agonizante en el Huerto de los Olivos; los Guardia de Honor lo consideran especialmente en el Calvario traspasado por la lanza del soldado, y derramando la sangre y el agua, última expresión y límite supremo de su amor.
Por eso es una de las prácticas de la Archicofradía, ofrecer esta última efusión de la preciosísima Sangre y Agua salida del Corazón Sagrado de Jesús, interponiéndola entre los crímenes de los hombres y la Justicia de Dios.
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9º Por fin es digna de observarse la estrecha analogía que existe entre el espíritu de la Guardia de Honor y la santa liturgia de la fiesta del Sagrado Corazón.
La Epístola del día lleva este texto: "Beberán con gozo en las fuentes del Salvador". La Obra conduce a sus Asociados al manantial que brota del Corazón herido de Jesús.
El Evangelio describe el relato que hace San Juan de la lanzada: "Un soldado le abrió el costado con una lanza y salió sangre y agua". Tal es el misterio propuesto especialísimamente al culto de los Guardias de Honor.
"Mi Corazón no espera más que ultrajes y dolores; en vano he deseado que alguien tomara parte en mis sufrimientos; busqué quien me consolara y no lo hallé.”
Este pasaje del Salmo 68, que se canta en el Communio de la fiesta, sirve de epígrafe al Capítulo de las Almas consoladoras.
Como se ve, las relaciones y analogías entre la Guardia de Honor y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, promulgadas por Santa Margarita María, son patentísimas y superan toda humana previsión. Indudablemente la divina Providencia ha dirigido todo lo que a esta Obra se refiere.
Estas relaciones son verdaderamente notables, ya se ha podido comprobar en la exposición de las prácticas de la Obra.