X JUEVES
María y la herida del Corazón de Jesús
1º “Considerad la herida de la lanza que, abriéndonos el Corazón de Jesús, acaba de realizar en María la profecía de Simeón y de asegurarle un poder inefable sobre el Corazón de su Divino Hijo; rogadle que use a favor vuestro el derecho que ha conquistado de sacar sin medida de esta fuente de todas las gracias” (33)
2º Dios no quiere que un solo favor, una sola bendición descienda a la tierra, sin pasar por las manos de María: La Bienaventurada Madre de Jesucristo es el canal, por el cual se derrama el agua de la gracia divina, salida en el Jesús, para llegas hasta nosotros, Calvario del Corazón Sagrado de rociar nuestras almas y apagar la sed de ellas.
“¡Oh grandeza incomparable de la Maternidad divina! ¡Abismo sin fondo! Océano sin límites, cuya inmensidad no es conocida sino de Dios! Más que nunca comprendo hoy día, que sois la fuente de todos los privilegios y de todas la prerrogativas de María. (34).
3º La historia de todos los siglos y la historia contemporánea se aúnan para mostrarnos en María el canal de todas las gracias. ¿Quién ha extirpado tantas herejías, conjurado tantos flagelos, salvado esa multitud de desgraciados náufragos, sino María invocada con fe? ¿Quién ha sanado tantos enfermos, convertido tantos pecadores, sino la intervención de María? ¿Quién todavía opera tantos prodigios y milagros de caridad, sino la súplica a María y la peregrinación a algunos de sus santuarios?”. (35).
Resolución. – Pediré a María me dé el don de Dios por excelencia, la Eucaristía; la Eucaristía me da todo, el cuerpo de Jesús, formado de la substancia virginal de María, la sanre de Jesús, que me ha rescatado, y cuya voz todopoderosa clama perdón; ¡misericordia! Me da en fin su Corazón divino para suplir a todas mis insuficiencias”.
Aspiración. – Madre mía, dadme el Corazón de vuestro amantísimo Hijo. Acordaos.
XI JUEVES
María y Jesús resucitado
1º “Estando cerradas las puertas, Jesús apareció en medio de ellos”. Jesús atraviesa con su cuerpo resucitado y glorioso, esta puerta cerrada: hélo ahí, delante de ellos, en su humildad y en su divinidad. Es el mismo cuerpo nacido de María, flagelado, torturado, crucificado, moribundo, destruido por la muerte insensible, llevado al sepulcro, encerrado y sellado; es el mismo cuerpo ahora brillante, glorioso, inmortal, incorruptible, sutil, impasible, ágil, maravilloso, en fin, y sin embargo, visto por ojos mortales, tocado por manos como las nuestras, estas mismas heridas recibidas por nosotros, visibles en su carne transfigurada. Así quiso Jesús mostrar su cuerpo humanos y divino, no solamente a los apóstoles, sino también en ellos a cada uno de nosotros. Y esta sola vista es una gloriosa promesa, porque su cuerpo, es nuestro cuerpo humano. Su resurrección representa la nuestra. He ahí la felicidad que este dulce y misericordioso Salvador quiere para nosotros”.
Entre tanto, Jesús dice: “Os doy la paz”, Dice y repite: “La paz sea con vosotros”. (36).
2º “¡Considerar con qué ardor el Corazón de Jesús resucitado, anhela manifestarse a su Madre! ¡Cuán impaciente está de hacerla el testigo y partícipe de su felicidad! Contemplad el esplendor de Jesús, y la admiración de María. Considerad también que Nuestra Señora fue consolada según la multitud de los dolores que habían inundado su alma. Rogadle que os comunique los consuelos que Ella saca en abundancia del Corazón de Jesús, rogadle también a esta divina Madre os ayude a atravesar el desierto de esta vida con valor como Ella, apoyándoos en Ella, y por Ella en el Corazón de Jesús”. (37).
Aspiración.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón, que yo salga del sepulcro de mi tibieza y de mi indiferencia y lleve en adelante una nueva vida! Por mí mismo nada puedo, pero con Vos lo puedo todo, ¡oh mi dulce Madre! ¡ayúdadme!
Resolución. – Yo quiero resucitar a una vida de piedad y de fervor como Nuestra, iré a Jesús y me uniré en adelante a los sentimientos del Divino Corazón. Acordaos.
XII JUEVES
Asunción de María
El Rey ha dado a la Reina todo lo que ella le ha pedido (IV R: X _ 13).
1º Considerad que María, habiendo amado a Dios toda sus vida más que todos los Ángeles y los Santos, le amó hasta el fin, y que el ardor siempre creciente de su amor, fue solamente la causa de su muerte.
Ved cómo habéis amado a Dios hasta aquí; rogad a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, os ayude a morir, no sólo en el amor habitual de Dios, sino también en un acto de amor, que os asegurará, por toda la eternidad, un grado de gloria y de felicidad proporcionada, al grado de amor que hubieseis tenido en el instante de la muerte.
Meditad, que Nuestra Señora, ya tan poderosa sobre el Corazón de Jesús, en virtud de la encarnación y de la Pasión de su Divino Hijo, es más poderosa y más gloriosa todavía desde el día de su Asunción. “Id confiadamente al trono de la gracia a fin de alcanzar misericordia, y de hallar gracia para ser socorridos según vuestras necesidades”, (38).
Santa Matilde rogaba un día a María, nuestra tierna Madre, la asistiese con su presencia a la hora de su muerte. La Reina del cielo se apareció y le dijo: “Accedo a tus súplicas, pero tú rézame tres Ave Marías cada día. En la primera, pide que como Dios Padre, ha desplegado toda su magnificencia para elevar mi alma a un trono sublime, y conferirme honores tales que después de El, soy la más poderosa en el cielo y sobre la tierra, así yo te asista a la hora de la muerte para darte fuerzas y alejar de ti todo poder infernal. En la segunda Ave María pide que como Dios Hijo, sabiduría infinita e insondable, me ha comunicado tesoros incomparables de ciencia y de inteligencia, tesoros que me permiten gozar de la Santísima Trinidad con más intensidad que todos los Santos, y por los cuales yo difundo rayos de luz de mi virtud que iluminan el cielo entero, igualmente en tu última hora procure a tu alma la luz de la fe, a fin de librarla de toda ignorancia y de todo error.
XII JUEVES(continuación)
Finalmente, por la tercera pedirás mi asistencia a la hora de la muerte en nombre del Espíritu Santo, que me ha llenado de la suavidad de su amor y de una dulzura y ternura tales, que soy la más dulce y la más benigna de las criaturas. Llenaré tu alma de un amor tan grande y tan suave, que toda la pena y la amargura de la muerte se cambiarán para ti en dulzura” (39).
Aspiración. - ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón que yo esté un día cerca de Vos y de vuestro divino Hijo. Pongo mi alma en vuestras manos: con Vos creo, espero y amo, para amaros eternamente, oh Madre mía!
Resolución. – Trabajaré para obtener el cielo, es la patria del cristiano. Allí hallaré a Nuestra Señora del Sagrado Corazón en todo el esplendor de su gloria, y con Ella gozaré de la felicidad de poseer a Dios mismo por toda la eternidad.
Acordaos.
A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
(Que todos los fieles lo canten en la Misa.)
I
Una Madre está en el cielo,
Muy piadosa y muy potente,
La que al mundo abrió la fuente
De las gracias del Señor:
Más que el sol resplandeciente,
Más amable que la aurora…
Ella es Nuestra Señora
del Sagrado Corazón.
¡Viva, pues, Nuestra Señora
del Sagrado Corazón!
II
¡Oh, mortal, a quien la vida
es tristeza, lucha y llanto,
esta Madre con su manto,
tu dolor alejará!
Porque Madre amante y pía,
del que solo y triste llora,
siempre fue Nuestra Señora
del Sagrado Corazón.
A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN (página 2)
III
Venid, niños, venid todos
de inocencia con las flores
traed, todos los amores
del más tierno corazón.
Es la Virgen casta y bella,
que de lirios se enamora,
vvuestra Madre la Señora
del Sagrado Corazón.
Viva, pues, etc.
IV
Si una nube tentadora
turba el cielo de mi alma
pronto vuelve en mí la calma
con su nombre encantdor;
porque es Madre poderosa
que cual reina en cielo mora;
esta Virgen, que es Señora
del Sagrado Corazón.
Viva, pues, etc.
A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN (página 3)
V
Pecadores, que arrastrando
de la culpa las cadenas
vais llorando vuestras penas
sin descanso y sin amor:
acudid a la terrible
del infierno Vencedora,
acudid a la Señora
Viva, pues, etc.
VI
A esta Madre el mundo entero,
en el himno más sagrado
de esperanza, amor y fe.
Nuestra gloria y nuestro amparo
-Lo sabremos desde ahora-
será, pues Nuestra Señora
del Sagrado Corazón.
Viva, pues, etc.
A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN (página 4)
VII
Esta Madre es tan potente
que del mundo es la esperanza,
ya que todo, en cielo, alcanza
del dulcísimo Jesús…
Del Señor la Tesorera,
de los hombres Mediadora,
esta es, pues, Nuestra Señora
del Sagrado Corazón
Viva, pues, etc.
VIII
¡Madre santa, excelsa Madre!
desde el trono de tu gloria
con un canto de victoria,
llegue a nos tu bendición…
Vos en tierra sednos guía,
y en el cielo Emperadora;
pues, sois Vos Nuestra Señora
del Sagrado Corazón
Viva, pues, etc.