Origen y Revelaciones
Su fuente u origen se haya en los Evangelios, en los que se narra la vida de Nuestro Señor Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
Vemos en los Evangelios, manifestarse en toda su plenitud, al Corazón del Verbo Encarnado, lleno de gracia y de verdad (prólogo del Evangelio de San Juan), que convive entre los hombres, haciéndose uno de nosotros, menos en el pecado.
El Verbo de Dios, hecho hombre, movido y devorado por el amor infinito hacia su Padre celestial y por el deseo ardiente de hacer su voluntad, lleva a cabo la locura de la cruz, para redimir al ser humano de las ataduras del pecado; se revela a nosotros como el Unigénito del Padre, mostrándonos su Corazón, lleno de amor. Ya lo dirá El mismo Jesús a sus discípulos: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn. 15, 13).
El discípulo amado que en la última cena recostó su cabeza en el pecho del Salvador, lo repetirá "Dios es amor" (1 Jn, 4, 8); San Pablo dirá refiriéndose al amor de Cristo: " Me amó y se entregó por mi"
Otra imagen conmovedora que muestra o expresa el amor desbordante del Corazón de Jesús, es aquella escena de la lanzada que traspasó su costado, de la cual manó sangre y agua (Jn 19, 34).
Desarrollo de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Nuestro Señor a través de los siglos ha seguido manifestándose a diversas almas, para mostrarnos esta locura del amor de su Corazón. Enumeramos por ejemplo a algunas de estas almas privilegiadas:
- Beata Margarita Ebner (+1351)
- Santa Catalina de Sena (+1380)
- Santa Matilde de Magdeburgo
- Santa Gertrudis
- Varias Órdenes religiosas que propagarán la devoción al Corazón de Jesús: cartujos, franciscanos, benedictinos, dominicos.
- San Francisco de Sales, fundador de la Orden de la Visitación de Santa María.
- Santa Margarita María de Alacoque
Pero sólo a esta última, a Santa Margarita María, monja de la Visitación, Nuestro Señor le revela su divino Corazón con la misión particular de darlo a conocer al mundo entero; le pide que instaure oficialmente el culto de su Sagrado Corazón, con la ayuda de otro gran varón, San Claudio de la Colombière y la Compañía de Jesús. Seguramente esta devoción es la más importante del pueblo católico.
A continuación relataremos las cuatro grandes revelaciones del Sagrado Corazón a esta santa visitandina:
Primera gran revelación (1673)
El corazón de Margarita entra en el Sagrado Corazón
Es la fiesta del discípulo amado (27 Diciembre 1673) Está Margarita María en el coro bajo, en presencia de su Amor Sacramentado. Él la hace reposar en su divino pecho, donde le descubre "las maravillas de su amor y los secretos de su Corazón que siempre le había tenido ocultos hasta entonces, cuando se le abrió por primera vez"
"Mi divino Corazón, le dice, está tan apasionado de amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él la llama de su ardiente caridad, es necesario que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo…" Le pide enseguida su Corazón y le introduce en el suyo, "en el que me lo hizo ver como un átomo que se consumía en aquella ardiente hoguera"; se convierte, a su contacto, en llama encendida, los saca y se lo vuelve a colocar en su pecho "como una llama ardiente en forma de corazón". Este fuego le producirá toda su vida un violento dolor de costado, garantía de la verdad de la aparición.
Segunda Revelación (1674)
Jesús nos explica como representar y venerar su Corazón
"El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más esplendoroso que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en su parte superior..."
Se va precisando el pensamiento de Jesús: la devoción a su Sagrado Corazón, que quiere difundir por el todo el mundo, es como el último esfuerzo por encender con el fuego de su Amor este mundo tan frío.
En la nueva devoción Jesús pide venerar su Corazón divino bajo la forma de un corazón de carne, la llaga de la lanza estará bien visible, lo rodearán llamas y lo ceñirán las espinas llevando en la parte superior una cruz. Y le dice que: Los que lo honren públicamente recibirán gracias muy especiales.
Tercera Revelación (1674)
El Corazón de Jesús: hoguera ardiente de caridad.
"Una vez entre otras, en que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentido y potencias, Jesucristo, mi amado dueño, se presentó delante de mí todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes, pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido: y , habiéndose abierto, me descubrió su adorable Corazón, vivo manantial de tales llamas. "Entonces me explicó las inexplicables maravillas de su puro amor, y hasta qué exceso había llegado su amor para con los hombres, de quienes no recibía sino ingratitudes”.
Le dirige las siguientes peticiones:
Primero me recibirás sacramentado tantas veces cuantas la obediencia quiera permitírtelo.
Comulgarás, además, todos los primeros viernes de cada mes.
Todas las noches del jueves al viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte. Para acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantarás de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo, el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina para pedir misericordia por los pecadores, como para suavizar en cierto modo la amargura que sentí al ser abandonado por mis Apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo; durante esta hora harás lo que yo te enseñaré...
Cuarta y última revelación (LA GRAN REVELACIÓN - 1675)
El gran dolor del Corazón de Jesús. La institución de su Fiesta.
Es un día de la infraoctava del Corpus, probablemente el 16 de junio de 1675. La hermana Margarita María esta ante su Divina Majestad expuesta. De la blanca nube de los accidentes Eucarísticos se destaca radiante N. S. Jesucristo, le descubre su Divino Corazón y le dice con acento insinuante y amoroso ademán:
“He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y que no recibe en reconocimiento de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este sacramento de amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan. por eso te pido que se dedique el primer viernes de mes, después de la octava del santísimo sacramento, una fiesta particular para honrar mi corazón, comulgando ese día, y reparando su honor con un acto público de desagravio, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que he estado expuesto en los altares. Te prometo además que mi corazón se dilatara para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que se den este honor y los que procuren le sea tributado “¿cómo puedo cumplir estos encargos?” “Dirígete a mi siervo (P. La Colombière) y dile de mi parte que haga cuanto pueda para establecer esta devoción y complacer así a mi Corazón divino; que no se desanime a causa de las dificultades que se le presenten, y que no le han de faltar, pero debe saber que es omnipotente aquel que desconfía enteramente de sí mismo para confiar únicamente en Mi.